Las redes sociales
constituyen un espacio público
horizontal, en el que todos somos
iguales. La libertad de expresión es absoluta. No hay poder capaz de controlar
la información y las opiniones. En estas plataformas hay igualdad, libertad y
participación. El problema es que la dinámica en las redes al amparo de estos
valores no necesariamente contribuye a la reflexión para el debate público.
Constituyen un
espacio iconoclasta, incluso subversivo o insurgente, frete a las instituciones
tradicionales y los poderes establecidos. Es un espacio que choca con las
estructuras verticales de poder, incluidas las de la democracia representativa.
La cuestión más
amplia, estructural, es que la aparición de las redes ha acelerado el
debilitamiento del poder del Estado, sin duda, las redes son un nuevo control
popular al ejercicio arbitrario del poder, pero el de poder puede
llegar a comprometer el ejercicio mismo del gobierno. La democracia
representativa, con estructuras y procesos políticos jerárquicos o asimétricos,
requiere concentración de poder en las autoridades que gobiernan.
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